viernes, 6 de marzo de 2009

La mujer del César nunca es lo que parece

Seguramente César habría pedido derechos de autor para sus descendientes si hubiera sabido lo que ha dado de sí su manida frase, pues no hay día que por un motivo u otro no escuchemos lo de que su mujer, además de serlo tiene que parecerlo. A estas alturas de la historia hasta da pena que la pobre mujer tras tantos siglos transcurridos no haya podido tener un desliz.

La penúltima vez que lo hemos escuchado (en este caso nunca se puede decir la última) ha sido con respecto al juez Garzón y sus abultados cobros extra conseguidos por el simple hecho de contar a una selecta concurrencia con su voz atiplada parámetros justicieros sin aplicárselos a él mismo.

Deber ser muy sacrificado el desempeño de un oficio que exige tanto viaje y tanto tiempo perdido entre las bambalinas de los platós de televisión, tantas horas desperdiciadas narrando experiencias a periodistas para que luego las plasmen en formato de libro y tanta celebración, coktail y banquetes necesarios, como parece ser que son todos ellos, para poder impartir un poco de justicia ejerciendo de juez.

Con tanto tiempo aplicado a tantas funciones es lógico que al final, en lo esencial, es decir en el conocimiento de las leyes, se falle. Es lo que tiene el disco duro de la memoria, que se llena de otros contenidos y acaba por no caber la información de una ley tan básica como las incompatibilidades que tienen los funcionarios en cuanto al cobro por partida doble de emolumentos en estado de excedencia. Tirando y tirando del hilo los periodistas de investigación nos van informando que este juez justiciero que ha sido tan implacable para los demás, tiene el gusto de no decir ni pío de su docta sapiencia si no es previo pago y, en caso de acuerdo, a ser posible en negro.

Este asunto de Garzón recuerda mucho al del gobernador del Banco de España Mariano Rubio, pues los dos deberían haber sido no solo vigilantes, también garantes del buen hacer con el dinero y ejemplo máximo de conducta. La diferencia es que a Mariano Rubio le costó la cárcel descubrir que manejaba dinero negro, y a Garzón quizá hasta le acaben ascendiendo como ya pretende, pues ha solicitado la Presidencia de la Audiencia Nacional. Ahí es nada.


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